Riviera Maya. La cara mala, la alimentación sin gluten

La semana pasada estuvimos en La Riviera Maya. Había pensado en hacer muchas entradas a la vuelta para compartir toda la información, pero visto cómo nos fue la estancia, voy a hacer algo más general. Me he pensado mucho en si hacer esta entrada, o cómo hacerla, porque no quiero que la gente se quede con el miedo a viajar. El viaje, aparte de la alimentación, estuvo genial. Más adelante sí haré alguna entrada de excursiones y sitios para visitar allí, pero hoy sólo os voy a hablar de la comida. 

Mi impresión general es que en esta zona no tienen ni idea de lo que es el gluten. 

Estuvimos alojados en el hotel Riu Yucatán. Habíamos contratado un paquete a través de la agencia Destinos Sin Gluten, que incluía el vuelo, el alojamiento en régimen todo incluido y los transportes del aeropuerto al hotel y del hotel al aeropuerto. 

Soy celíaca y vegana. Si sólo fuera vegana no habría problema, había bastantes opciones en el buffet y si les pides que te preparen algo, lo hacen. En cuanto a la celiaquía (o cualquier otra intolerancia o alergia) yo no recomendaría este hotel. No se pueden tomar las cosas del buffet, evidentemente por la contaminación cruzada. Te tienen que preparar siempre algo aparte. En mi caso, me pasaba un par de horas antes por el restaurante del hotel, hablaba con el subchef que era amabilísimo, eso sí, y le decía algo que me apeteciera comer. Con esa información él elaboraba un plato y yo le preguntaba bien que ingredientes iba a usar y cómo. Así me recomendó él mismo que lo hiciera. 

El resto del personal no tenía ni idea de lo que es el gluten. Un día le pedí a una empleada que me hiciera unas tortillas de maíz en una plancha que solo se dedicaba a eso, y que el subchef me había asegurado que no se hacía nada más en ella. Cuando la veo que ponía otras cosas a la vez y que usaba unas pinzas que tenían tropezones de un relleno de no sé qué para los tacos. Le expliqué que no podía comerlas y por qué y veo que se va a una pila de agua de detrás y se pone a lavar las pinzas con las manos, así por encima, coge las mismas tortillas, que ya estaban contaminadas, con las pinzas a medio lavar. Le vuelvo a explicar por qué no puedo comerlas y otra vez la misma operación. Así que allí la deje con las tortillas. Se lo comenté al subchef y me dijo que se lo pidiera directamente a él. En teoría, él lo preparaba aparte, con utensilios limpios y aceite limpio. Según avanzaban los días parecía que la cosa iba mejorando, preparaba platos muy ricos.

Pero los últimos días me puse mala con síntomas que sólo he tenido antes de que me diagnosticaran celiaquía, dolores abdominales muy fuertes y, en mi caso, muy característicos de reacción al gluten. El último día, el que viajaba, no me atreví ni a desayunar ni a comer en el hotel por no ponerme peor en el viaje. Me comí unas tortitas de maíz sin gluten que me había llevado en la maleta  para emergencias. No sé si la contaminación fue en la elaboración de los platos o si es que en México en los productos etiquetados como sin gluten no se tienen en cuenta las trazas. De todas formas, no me pareció que hubiera mucha higiene en el restaurante en general. Mi dieta en esos días se basó en verduras, ensaladas, fruta y arroz. Nada de picante, ni agua sin embotellar, ni nada que me hubiera podido sentar mal. Solo tomé como productos especiales sin gluten tortillas de maíz (3 días), pan de molde (a diario, es lo único que había para desayunar), y pasta (un día). Parecía que había muy buenas intenciones, pero se quedaron solo en eso.

Me decepcionó la poca variedad que había de ensaladas y fruta. Además, la fruta estaba malísima. Acabé comiendo practicamente solo bananas, porque el resto estaba o verde o pasadísima. Yo pensaba que con el clima tropical la fruta iba a estar mucho mejor que aquí, pero nada que ver. 

Para el desayuno, había poca variedad, sólo pan de molde, pero bueno algo es algo. Me hacía sandwiches vegetales y fruta. Aunque acabé un poco harta de desayunar todos los días lo mismo. La verdad es que la variedad es lo de menos. Lo importante es que me puse enferma.

Fuera del hotel y de las excursiones, sólo comimos un día en un restaurante de Playa del Carmen, el único que tenía la carta marcada con los platos aptos para celiacos: 100% Natural. Pertenece a una cadena de restaurantes. 

Con este cartel en la entrada prometía. Pero cuando empezamos a pedir el camarero me dice que uno de los platos, que estaba marcado como sin gluten en la carta y que tenía tofu como opción, no puedo tomarlo. Le pregunto por qué, y me dice que el tofu lleva leche. Me extraña pero le pregunto si también lleva gluten y me dice que sí, por la leche. Me quedo un poco flipada. Al final pido un ceviche de setas y una ensalada. Me dice que viene con unos totopos de maíz, le pregunto si de verdad son sin gluten y me dice que sí. Pero cuando va a cocina, vuelve con unas galletas de maíz envasadas y me dice que los totopos no puedo. 

Traen unas salsas y unos pimientos de aperitivo con las galletas. Otra vez a preguntar, aunque parezca la tía más pesada del planeta. Me dice que sí puedo y al momento viene a llevarse los pimientos porque llevan salsa de soja. Y también se lleva del combo para aliñar la ensalada uno de los botes que era salsa de soja, no vinagre como estamos acostumbrados. A pesar de que los camareros no estaban formados, parece que en cocina sí sabían del tema. Pero visto lo visto cualquiera vuelve.

Ese mismo día preguntamos en unos cuantos restaurantes más que estaban por la zona y que habíamos mandado mails desde España preguntando. Por correo nos habían dicho que sí había opciones. Pero cuando les preguntamos en persona nos dimos cuenta de que no sabían ni lo que era el gluten.

En cuanto al viaje en avión, a la ida el menú fue correcto. Pero a la vuelta mi plato etiquetado como vegetariano sin gluten contenía pollo. Al avisar a la tripulación me lo sustituyeron por fruta y una ensalada de lechuga y tomate, con unas salsas de aliño que no me parecieron que fueran sin gluten, y como ya venía perjudicada, no me las eché por si acaso. Después de todo el día sin comer practicamente y la triste ensalada del avión, ¡tenía un hambre! Posteriormente la compañía Evelop me ha confirmado que la ensalada era de un miembro de la tripulación que me la cedió porque no había otra cosa y que era probable que los aliños no fueran sin gluten. Lo cual me parece fatal, porque si me fio y me los echo, para qué queremos más. Dos horas antes de aterrizar nos dieron el desayuno. Esta vez si que era sin gluten y vegetariano, y exactamente igual que la merienda a la ida. Un sandwich de lechuga, tomate y zanahoria con tortitas de arroz. Para qué ponerle dos rebanadas de pan sin gluten que deben ser más caras. Estaba incomible, medio blando, se deshacía. Ahí se quedó.

La verdad es que aunque el viaje me ha gustado mucho, el tema de la alimentación me ha decepcionado e indignado. Regresé mala y recién ahora me estoy recuperando después de llevar unos días comiendo en casa sin nada de gluten, como siempre hago.

No os quiero desanimar a viajar. Sólo os quiero  advertir para que tengáis cuidado cuando viajéis a determinados lugares. Puede que en otros hoteles o en otras zonas de Riviera Maya se pueda comer sin gluten sin problemas, no lo sé. Esperemos que no todos los sitios sean iguales.