jueves, 25 de septiembre de 2014

La historia de Iria

Hoy hace 2 meses que  Iria vive con nosotros. 




En su anterior vida, en una granja familiar, estaba en una jaula pequeña, con suelo de barrotes. Sucia, oxidada y llena de telarañas. No tenía espacio para moverse. A su lado, una batería de jaulas llenas de conejos. Ella estaba sola. El resto estaban hacinados, hasta 6 conejos por jaula. Con problemas de piel y lesiones, debido a la falta de higiene y al estrés. No me atrevía ni a mirarlos, a la única que iba a poder llevarme era a Iria. El resto criados "para el consumo" no iban a tener ninguna posibilidad. Ella fue "un regalo", "una mascota"  para una niña, hasta que dejó de importarle y acabó en ese triste lugar donde nunca le llegaba la luz del sol. Su futuro era incierto, así que cuando me dijeron que si la quería me la daban, intenté contactar con alguna asociación. Ya vivíamos con una coneja, y no sabíamos si se iban a llevar bien. En algún momento que oyeron la palabra asociación, me dijeron que si no la quería, que no pasaba nada, que no le iban a hacer nada, que la dejarían ahí hasta que se muriera, como si eso fuera suficiente. Como si fuera justo. Decidimos llevárnosla a casa. 





La primera vez que la cogí en brazos me asusté. Estaba muy sucia. Las uñas de las patas traseras eran muy largas y retorcidas, nunca se las habían cortado. Y nunca habría podido desgastarlas. Debían de molestarle bastante porque no apoyaba bien las patas. Parecía que no andaba bien. Era muy torpe. Probablemente llevaba mucho tiempo ahí metida, parecía que no tenía tono muscular.

Lo primero que le dije fue: "Iria, bienvenida a tu nueva vida. Nunca volverás a vivir en una jaula".

La llevamos al veterinario. No parecía tener nada grave, pero estaba muerta de miedo, no comía y tenía una infección. Estuvo en tratamiento varias semanas. Poco a poco, muy lentamente notábamos que mejoraba. Ahora ya está completamente recuperada. Está animada y se pega sus carreritas.

Es muy buena y muy limpia. Tiene una bandeja donde hace sus necesidades. Le encanta tumbarse en un cojín y meterse en su caseta, o subirse al techo. Es muy tímida. Cuando sale de la caseta va siempre pegada a la pared como si tuviera miedo.




Pero a la vez es muy cariñosa, si le pones la mano delante, te da con el hocico para que la acaricies y se aplasta contra el suelo. Y pensar que decían que se había vuelto salvaje... No quiero decir quienes me parecen a mi los salvajes.




Es muy parecida a Bolitas, nuestra otra compañera de vida, en muchas cosas. Aunque tienen carácteres totalmente distintos. Cada una tiene su personalidad, son únicas e irrepetibles.

Todavía las tenemos separadas por una barrera, pero esperemos que con el tiempo se puedan llevar bien. Son maravillosas y nos encantaría que compartieran su vida juntas y con nosotros.

Y esta es Bolitas. No podía dejar de presentárosla.




Ha tenido una vida más fácil. Vive con nosotros desde hace ya 4 años. Ha tenido sus historias, como una patita rota. La tuvieron que operar y poner clavos, pero se recuperó del todo. Es muy activa, le encanta subirse a sofá y saltar en él y hacer "skate". Es muy cariñosa y  a veces un poco trasto. Tiene mucho carácter. Es la responsable de que haya cambiado mi forma de pensar con respecto a los animales. Siempre me han encantado, pero hasta que no empecé a vivir con ella, no he sido consciente de lo especísta que era. A unos los adoraba, a otros me los comía y con otros me calzaba los pies. La quiero con locura.




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